Con tan solo unas décadas de vida, Internet ha cambiado tanto la vida de las personas que muchos historiadores han empezado a comparar la Era de Internet con el Renacimiento y la Revolución Industrial. La Red ha conseguido conectar a cerca de 1.000 millones de personas o, dicho de otra forma, a 100 billones de neuronas. Ahora que todo el potencial cerebral se ha unido y amplificado gracias a la tecnología, podemos afirmar que el “nosotros” es mucho más inteligente que cualquier “yo”. Y es que, por primera vez en la historia, los humanos pueden trabajar en una suerte de colaboración masiva.
Internet ha evolucionado en dos etapas, lo que se conoce como Web 1.0 y Web 2.0. En cada una de ellas, la Red se ha descubierto como un próspero mercado donde la gente transformaba datos en dinero. Pero los ganadores de la Web 1.0 se beneficiaron (principalmente los actores del llamado boom de las “puntocom”) al restringir el acceso a los datos y lucrarse con ello. En el lado opuesto, los campeones de la Web 2.0 creen que la información es más valiosa cuanta más gente tenga acceso a ella y la utilice. En lugar de controlar el código que hay detrás de un nuevo programa informático, por ejemplo, hay empresas que permiten que se altere o que se inserten nuevas líneas a ese código, en la creencia de que los usuarios contribuirán con sus ideas a que el producto final mejore y todos ganen en el proceso.
Este modelo de negocio, conocido como open sourcing o crowdsourcing, traslada las tareas tradicionalmente realizadas por los trabajadores a la multitud de Internet. Son muchos los casos de éxito de esta nueva forma de trabajar, como el navegador de Internet Mozilla, el sistema operativo Linux o la Wikipedia. Pero hay muchos más casos que, aun siendo menos conocidos, demuestran que el poder de la colaboración masiva, si se gestiona adecuadamente, puede producir no solo beneficios para las empresas que lo utilizan, sino hacer avanzar la prosperidad de todo el planeta.
Este libro es un buen ejemplo del fenómeno del crowdsourcing. Barry Libert, fundador de Shared Insights, y Jon Spector, director de Wharton Executive Education, crearon a finales de 2006 una página web con el objetivo de que la comunidad de internautas escribiera un libro de forma colaborativa. Dicho libro se planteó como una guía práctica de cómo transformar los conceptos teóricos del crowdsourcing en herramientas y técnicas concretas.
En poco tiempo, más de 3.000 personas respondieron al reto y comenzaron a plantear sus ideas y experiencias de cómo la comunidad puede potenciar el crecimiento de las empresas. Este libro es el resultado de todas esas colaboraciones desinteresadas que se gestaron en la página web, a través de wikis, podcasts e, incluso, de un evento presencial desarrollado en Las Vegas.